Un final alternativo

"Aquí y Ahora" nació con otro nombre. Cuando escribí el libro en el año 2004 lo titulé "El Último Septiembre" y su final era en St. Dean, justo donde acaba la primera parte. La segunda, en Norwalk, la escribí en 2012 cuando decidí rescatar el libro de un cajón, re-escribirlo, ampliarlo y publicarlo. Para el que tenga curiosidad, este es el final original del libro (no lo leáis si no habéis leído aún el resto):

Al día siguiente, algunos policías charlaron con él. Ryan intentó describir todo lo que había ocurrido, intentando no volver a llorar y centrándose en lo ocurrido, no en sus sentimientos. Informó sobre la familia que tenía Matt en el pueblo y les dio su número de teléfono. Al cabo de unas horas, los policías le comunicaron que ya no dependía de él, podía marcharse en cuanto le dieran el alta.

Fue al medio día cuando regresó a casa. El hospital se había ofrecido para llevarlo en la ambulancia, puesto que no llevaba consigo la cartera, ni las llaves ni nada.

La casa había permanecido abierta desde el incidente, pero Ryan no le prestó atención. Subió a su habitación, cogió la maleta, hecha desde el día anterior y la bajó hasta la puerta. No quería permanecer más tiempo en la playa. Dejó toda la casa como estaba, no cubrió los muebles con sábanas, ni limpió la nevera, ni se preocupó por comprobar si todas las ventanas estaban cerradas.

Cerró con llave la puerta principal y salió por la terraza. Cerró esa puerta también, dejó la maleta a un lado y se sentó en las escaleras a pensar en voz alta.

–Egoísta. Eres muy egoísta. Eres lo que yo más deseaba, siempre te adoré, siempre te quise, ¿y me lo has pagado así? Yo no me merezco esto. Toda mi vida te he estado observando, te he estado deseando. No podías aguantar los celos, ¿o qué? ¡Dime! ¡Mar asqueroso! ¿Por qué te lo llevaste? ¿No podías aguantar que quisiera a alguien más que a ti? –Ryan seguía hablando, mirando hacia el mar, mientras sus ojos se inundaban de lágrimas–. Me das asco, ¿me estás oyendo? ¡Asco! Eres muy injusto... ¡Tú y la vida sois unos egoístas! No me merecía esto. ¿Por qué? ¿Por qué él? ¿Por qué a mí? Yo que siempre lo había dado por ti. Cada año venía aquí por ti. Me enamoré gracias a ti. Viví mi amor y contigo lo compartí. ¡Y es así como me lo pagas! No te quiero volver a ver nunca...

Se levantó, agarró su maleta y se dirigió hacia el paseo.

Caminaba llorando hacia la parada del bus. Volvía a casa. Todo un verano lleno de emociones. Toda su vida resumida en un sólo instante. Daría cualquier cosa por poder cambiar lo ocurrido, pero sabía que en la vida jamás se puede dar marcha atrás. Nunca. Todo lo había dado por su playa, por su mar, pero ahora nada le importaba ya. Lo que más quería en el mundo se había ido y no quería saber nada del mundo egoísta en el que vivía.

Llegó el bus, metió su maleta en el maletero y se subió. Pagó su billete y levanto la vista para buscar asiento. Los más cercanos a los timbres estaban ocupados, así que se dirigió a la parte de atrás. Encontró un asiento libre y se sentó.

Miraba por la ventana la playa. Una playa que odiaba. No volvería a verla jamás. Durante toda su vida, cada verano le había hecho sentir bien, le había ayudado a recapacitar y replantearse su futuro. Siempre le había aconsejado bien y nunca le había fallado, hasta ahora.

La observaba con repugna. Aquél sería el último verano que estuviese allí. No podría aguantar el tener que volver a ver el mar que le robó su amor, su vida. No quería, ni podía volver a verlo. La arena ya no era blanca y sedosa, era oscura y dolorosa. El mar era un gigante asesino que acechaba a sus víctimas durante años antes de atacar. Y el cielo no era más que un cómplice.

Aún no podía creerse que Matt se había ido. Tan rápido como había llegado. Después de todo. Después de tanta lucha y tanto sufrimiento. Cuando por fin eran felices. Se iban a separar de todos modos, ¿por qué tenía que haber sido de ese modo? Ryan no comprendía nada y se sentía cada vez más frustrado y más convencido de que del mundo se podía esperar cualquier cosa. De la noche a la mañana todo podía cambiar.

Entristecido, bajo la cabeza para que nadie viese las lágrimas que corrían por sus mejillas. Enfrente de sus ojos, tenía el respaldo del asiento delantero y fue cuando vio su nombre escrito. En la esquina superior del respaldo estaba escrito “Ryan, te quiero”. Sus ojos se abrieron de par en par y se dio cuenta de que Matt solía coger ese bus cuando iba y venía del pueblo. Le parecía imposible lo que estaba viendo.

Buscó en su mochila y sacó un bolígrafo. Acercó su mano hasta el respaldo del asiento y, cada vez que el bus se detenía, escribió: “Nos quisimos desde el primer momento y no supimos darnos cuenta. Ahora que lo hemos hecho, es tarde, pero estarás siempre vivo en mi recuerdo. Nuestro amor era tan grande, que sólo el mar pudo separarnos. Aunque no estemos juntos, el amor sigue vivo, porque es inmortal y eterno. Matt, te quiero”

–Ahora ya lo sabe.